María, Lucía y Stephanie comparten habitación en la Unidad Nº5 “Femenino” (Cárcel de Mujeres). Las paredes del dormitorio recogen dibujos y mensajes dedicados a sus familiares y a la experiencia de “la tranca”.
Las tres cuentan haber pasado por momentos de depresión dentro del centro penitenciario. La solución: actividades recreativas -como la costura- o pastillas.
Lucía está hace cuatro años en prisión y le quedan dos más para cumplir su condena. Asiste al taller de costura donde realiza sus propias prendas.
Pega sus pensamientos en las paredes, escribe poemas, cartas y reflexiones.
Entre ellas se dividen las tareas y se cocinan su propia comida. Tienen heladera, televisión, DVD y celulares.
María es la delegada del piso y lleva diez años presa. Perdió a su hijo mientras estaba en la ex Cárcel Central, lo que la llevó a sufrir depresión y autoflagelarse.
Lucía tiene una hija de diez años a la cual ve poco. Admite que prefiere tomarse una pastilla y dormir, antes que cortarse.
La operadora del piso asegura que la relación con ellas es muy buena. “Son tranquilas y cuentan con la mejor habitación del piso”.
Dos veces por semana sus familiares y amigos le traen alimentos, productos de limpieza y ropa.
Las tres aseguran que la cárcel les ha afectado psicologicamente y que han sufrido depresión.
Stephanie tiene 17 entradas a la cárcel, lo que en la jerga carcelaria se denomina “presa vieja”. No recibe visitas y asegura que en menos de un mes espera estar afuera.
Por Faustina Bartaburu, Pamela Saettone, Marina Santini